miércoles, 1 de enero de 2014

El verdugo - Carolina Coronado

Esta poeta extremeña nació en 1820 en una familia liberal acomodada que le proporcionó una esmerada educación femenina, educación que la propia joven completó con formación literaria autodidacta. Su precocidad literaria la llevó a mantener contacto con autores consagrados de la época y a publicar en 1843 un volumen de Poesías.


A pesar de defender la promoción cultural y literaria de la mujer, sobre todo en artículos periodísticos y en obras narrativas como la novela La Sigea (1854), tras su matrimonio y el nacimiento de sus hijos disminuyó su labor literaria. Su residencia madrileña se convirtió en punto de encuentro de tertulias literarias y reuniones políticas liberales.
La lírica de Coronado se caracteriza por un tono melancólico. La presencia de la muerte es frecuente en sus poemas: no solo a raíz de la pérdida de su primer amor, de sus hijos y de su marido, sino también de su experiencia vital, marcada por su enfermedad. Sin embargo, en su obra también encontramos poemas de tono social (incluso contra la esclavitud) en que la autora, con un enfoque desengañado de esa libertad tan querida por el Romanticismo, reflexiona sobre la condición sometida de la mujer o la violencia de una sociedad injusta con el poema El verdugo.

El marido verdugo

¿Teméis de esa que puebla montañas
turba de brutos fiera el desenfreno...?
¡Más feroces dañinas alimañas
la madre sociedad nutre en su seno!

Bullen, de humanas formas revestidos,
torpes vivientes entre humanos seres,
que ceban el placer de sus sentidos
en el llanto infeliz de las mujeres.

No allá a las lides de su patria fueron
a exhalar de su ardor la inmensa llama;
nunca enemiga lanza acometieron,
que otra es la lid que su valor inflama.

Nunca el verdugo de inocente esposa
con noble lauro1 coronó su frente:
¡ella os dirá temblando y congojosa
las gloriosas hazañas del valiente!

Ella os dirá que a veces siente el cuello
por sus manos de bronce atarazado2,
y a veces el finísimo cabello
por las garras del héroe arrebatado.

Que a veces sobre el seno transparente
cárdenas huellas de sus dedos halla;
que a veces brotan de su blanca frente
 sangre las venas que su esposo estalla.
 
¡Y que ¿ay! Del tierno corazón llagado
más sangre, más dolor la herida brota,
que el delicado seno macerado,
y que la vena de sus sienes rotas!

Así hermosura y juventud al lado
pierde de su verdugo; así envejece:
así lirio suave y delicado
junto al áspero cardo arraiga y crece.

Y así en humanas formas escondidos,
cual bajo el agua del arroyo y el cieno,
torpes vivientes al amor uncidos
la madre sociedad nutre en su seno.
 

1Laurel
2Rasgado

No hay comentarios:

Publicar un comentario